Las Cosas Son Como Son!!!

Alguna vez ha escuchado o dicho la expresión “…las cosas son como son”?…si analizamos con detenimiento esta oración encontramos que detrás de tal expresión, lo que realmente le estamos pidiendo al otro, es que haga a un lado sus creencias, su educación, sus valores y sus vivencias, para que de ser posible entonces vea las cosas como nosotros, de tal forma que lo que realmente le estamos expresando, es que no nos importa lo que piensen ya que “las cosas son como son”. Sobre la base de mi planteamiento anterior, quisiera preguntarles a mis lectores habituales ¿Cómo son las cosas?

Seguramente en este momento estará pensando “bueno David las cosas son claras y objetivas, ya que ¿de qué otra forma podrían ser?”. Es por esto que hoy quiero iniciar mi columna haciendo referencia a una célebre frase, que aunque es originaria del Talmud es atribuida al Maestro Confucio: “No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos”, por lo que cuando contraponemos el popular dicho de “las cosas son como son” con esta gran enseñanza del Talmud, realmente encontramos que cada uno percibe la realidad de acuerdo a su propio sistema de percepción, a sus sensaciones, a su personalidad a sus vivencias, a su historia familiar, y esto hace posible que dos (02) personas puedan ver una misma situación y tener conclusiones diferentes, pero igual de válidas. Es precisamente el ignorar esta gran verdad lo que genera la mayor parte de los conflictos de pareja, familiares, y laborales.

Una de las cosas que aprendí del maestro Covey, es que la mayoría de los conflictos tienen dos (02) caras, de hecho estamos acostumbrados a pensar en términos de “mi equipo” contra “tu equipo”, de tal forma que mi equipo es bueno y el tuyo es malo, ó como mínimo “menos bueno”. Mi equipo está en lo cierto y es justo, mientras que el tuyo está equivocado y tal vez llega a ser injusto. Mis motivos son puros, y los tuyos en el mejor de los casos son dudosos. Es mi partido, mi equipo, mi país, mis hijas, mi empresa, mi opinión, mis ideas, contra los tuyos. Sea como sea, hay dos alternativas.

Luego estudiando al profesor Maturana comprendí que casi todo el mundo se identifica con una alternativa u otra, y cada alternativa está muy enraizada en una mentalidad muy concreta, que a su vez se entreteje con la identidad personal, de tal forma que, si digo que soy ingeniero, progresista ó profesor, describo mucho más que mis creencias y mis valores: describo quién soy. Por lo tanto, los ataques hacia “mi equipo” son ataques hacia mí y hacia la imagen que tengo de mí mismo, y si esta tendencia natural en los seres humanos las llevamos al extremo, los conflictos de identidad pueden desembocar en una guerra como las que observamos entre los venezolanos.

Si esta mentalidad bipolar está tan inculcada en tantos de nosotros, ¿cómo podemos llegar a ver más allá?. La verdad es que no solemos hacerlo, ya que seguimos luchando ó alcanzamos consensos débiles. Sin embargo, el problema no reside por lo general en los méritos del “equipo” al que pertenecemos, sino en nuestra manera de pensar. El verdadero problema reside en nuestros paradigmas mentales.

El término paradigma según Wikipedia, alude a un modelo de pensamiento que influye en nuestra conducta, es como un mapa que nos ayuda a decidir qué dirección tomar. El mapa que vemos determina lo que hacemos, y lo que hacemos determina los resultados que logramos, de tal forma que sí modificamos el paradigma, la conducta y los resultados también cambiarán. 


Por ejemplo, cuando el tomate llegó a Europa desde América, un botánico francés lo asoció con una temida planta que según los antiguos, transformaba a los hombres en lobo, por lo tanto advirtió que ingerir tomates provocaría convulsiones, espuma por la boca y finalmente la muerte. Por lo tanto, los primeros colonos europeos en América no lo tocaban aunque los cultivaban en sus jardines como una planta ornamental. Al mismo tiempo, una de las enfermedades más peligrosas a que se enfrentaban los colonos era el escorbuto, provocado por la carencia de vitamina C… la cual abunda en los tomates. Tenían la cura en su jardín pero morían porque partían de un paradigma equivocado.

Luego de un siglo, el acceso a nueva información condujo a un cambio de paradigma, que llevo a los italianos y españoles a comer tomates. Ahora, el tomate es una de las frutas más consumidas, y lo vemos como un alimento saludable, lo que muestra lo potente que puede llegar a ser un cambio de paradigma.

Si soy ecologista y mi paradigma me muestra únicamente una selva preciosa e intacta, querré conservarla. Si usted es petrolero y su mapa mental sólo le deja ver yacimientos petrolíferos subterráneos, querrá perforar para extraer el petróleo. De hecho, es posible que ambos paradigmas sean correctos, sí hay una selva inmaculada, pero también hay petróleo. El problema es que ninguno de estos dos (02) mapas mentales está completo, y no lo estará nunca. Resulta que las hojas de la planta de tomate son tóxicas, por lo que el paradigma antí-tomate era parcialmente correcto. Aunque algunos mapas mentales puedan ser más completos que otros, ninguno estará totalmente completo nunca, porque el mapa no es el terreno que representa.

Si sólo soy capaz de ver el mapa mental de la primera alternativa (mi mapa), el único modo de resolver el problema es persuadirle para que cambie usted de paradigma ó incluso, obligarle a aceptar mi alternativa. También es la única manera de preservar mi auto-imagen: yo debo ganar, y usted debe perder.

Si por el contrario, abandono mi mapa y adopto el suyo (la segunda alternativa), me enfrento al mismo problema. Usted no puede garantizarme que su mapa está completo, por lo que tal vez me tocaría pagar un precio terrible por haber decidido adoptarlo. Usted gana, pero yo podría perder.

También podríamos combinar los mapas, y eso nos ayudaría, ya que dispondríamos de un mapa más detallado que tendría en cuenta ambas perspectivas. Yo entendería la suya, y usted entendería la mía, pero de todas formas es posible que nuestros objetivos sean incompatibles. Yo sigo sin querer que nadie toque la selva, y usted sigue queriendo perforar pozos. El hecho de entender su mapa, puede llevarme a oponerme con mayor fuerza.

Sin embargo ahora llegamos a la parte emocionante, que sucedería si le miro y digo: “Que tal si concebimos una solución mejor, una solución en la que ninguno de los dos (02) ha pensado todavía. ¿Estaría dispuesto a buscar una tercera alternativa que aún no nos hemos planteado?. Hasta ahora no nos hemos formulado esa pregunta, que sin embargo, es la clave para resolver el conflicto social, político y económico que tenemos en éste momento, sino también para transformar nuestro futuro. Por eso quiero finalizar, citando a Ismael Cala de la tan nombrada CNN: “El secreto del buen hablar, es saber escuchar”.

Si deseas profundizar sobre nuestros enfoques puedes contactarnos a través de info@alfago.net.


David Eduardo Martínez Boucchechter